dijous, 19 d’abril del 2012

Bernhard. "Sí"

Thomas Bernhard és un dels meus autors preferits. Després de llegirr-me i quedar-me impactat per la seva autobiografia en cinc volums molt breus editats per Anagrama, mon germà ha localitzat a la Biblioteca "Sí". Un sisè volum que no és de la seva autobiografia però que està escrita com si ho fos. Després de llegir-lo i rellegir-lo, he extret aquests fragments de l'obra per si us ve de gust llegir-lo i acostar-vos a Bernhard. També ho podeu trobar en PDF clicant aquí.

Thomas Bernhard. "Sí"

P.63-64 "estar indefenso contra esa voluntad de destrucción y de aniquilación, unido a mi incapacidad para el trabajo, había causado ese terrible estallido de mi enfermedad y las horrorosas circunstancias políticas en este país nuestro y en toda Europa habían dado quizá la señal para esa catástrofe, porque todo lo político se había convertido exactamente en lo contrario de lo que yo había estado convencido de que era lo justo y de lo que todavía hoy estoy convencido de que es lo justo. Las circunstancias políticas habían empeorado repentinamente en ese momento de una forma tal, que no podían calificarse más que de horribles y fatales. Los esfuerzos de decenios se habían borrado en pocas semanas, el Estado, siempre inestable, se había derrumbado realmente en pocas semanas, de repente reinaban otra vez la estupidez, la codicia y la hipocresía, como en los peores tiempos del peor régimen, y los poderosos trabajaban de nuevo sin escrúpulos en el exterminio intelectual. Una hostilidad hacia lo intelectual observada ya por mí durante años había alcanzado un nuevo y repulsivo punto culminante, el pueblo o, mejor, las masas populares eran incitadas por los gobernantes al asesinato intelectual e instigadas a la caza de mentes e inteligencias. Todo, de la noche a la mañana, se había vuelto otra vez dictatorial y desde hacía ya semanas, meses, había tenido que sufrir en mi propia carne cómo se atentaba contra las cabezas de quienes pensaban e inteligencia, prevalecía y era aprovechado repentinamente otra vez por el gobierno, no sólo por este gobierno sino por todos los gobiernos europeos. Las masas, dependientes del estómago y la propiedad, se habían puesto en marcha contra las mentes y las inteligencias. Hay que desconfiar de quien piensa y perseguir a quien piensa, ésa es la vieja consigna de acuerdo con la cual se volvía a actuar de la forma más terrible. Los periódicos hablaban un lenguaje repulsivo, el lenguaje repulsivo que siempre han hablado pero, en los últimos decenios, al menos a media voz, para lo cual, de repente, no tenían ya motivo, se comportaban casi sin excepción como el pueblo, para agradar al pueblo, como asesinos de inteligencias. Los sueños de un mundo intelectual habían sido traicionados en esas semanas y arrojados al basurero popular. Las voces de las inteligencias habían enmudecido. Las mentes se habían retraído. No reinaban más que la brutalidad, la bajeza y la abyección. Ese hecho, en conexión con mi punto muerto en el trabajo, me había llevado a una profunda depresión de todo mi ser y me había debilitado de una forma que, en fin de cuentas, había producido un gravísimo estallido de mi enfermedad. Yo siempre había dependido de todo y como, súbitamente y luego poco a poco de forma más preocupante y espantosa, todo empeoraba, tuvo que sobrevenir ese ataque, el peor de todos los míos"

P.21 "tuve que pensar, había llegado a un punto muerto en mis estudios científicos, el momento exacto no puede ya determinarse, no me había dado cuenta de ese momento, si me hubiera dado cuenta quizá me hubiera sido posible explicármelo y analizar todo mi estado, pero, por mucho que me esforzara, ese momento y todo lo ocurrido en ese momento han seguido siendo inexplicables para mí hasta hoy. Es posible salvarse explicándose un momento decisivo y haciendo un análisis de todo lo que guarda relación con ese momento decisivo. Pero yo no tenía esa posibilidad, porque no había sabido explicarme el momento. La falta de contactos, eso lo sabía, había sido en definitiva mi catástrofe, lo mismo que antes había sido necesidad y suerte; el aislamiento que me había impuesto en atención a mi trabajo científico y que en los primeros años de mi dedicación a las ciencias me había reportado resultados valiosos, permitiéndome, en definitiva, los mayores progresos era ahora para mí, desde hacía años, la mayor desgracia. Pero el hecho de saber sin poder actuar sólo había hecho mi situación más sin salida. Cuántos intentos de contacto habían fracasado ya en sus comienzos. Todas esas ideas de contactos se habían ahogado en mí ya al nacer. Había escrito realmente cientos de cartas a todas las personas imaginables, pero no había enviado todas esas cartas; todas esas cartas dirigidas pero no enviadas estaban amontonadas en el cuarto en que había encerrado los escritos relativos a mis estudios científicos." 

P.70-71. "Constantemente intentamos descubrir motivos ocultos y no avanzamos, sólo complicamos y trastornamos aún más lo que ya está suficientemente complicado y trastornado. Buscamos un culpable en nuestra estrella que, la mayoría de las veces, si somos sinceros, sólo podemos calificar de mala estrella. Cavilamos sobre lo que podríamos haber hecho de otra forma o mejor, y sobre lo que, posiblemente, no hubiéramos debido hacer, porque estamos condenados a ello, pero no conduce a nada. La catástrofe era inevitable, decimos entonces y nos quedamos tranquilos un tiempo, aunque sólo poco tiempo. Entonces comenzamos de nuevo a hacer preguntas desde el principio y profundizar, hasta que otra vez estamos medio trastornados. En todo momento buscamos uno o varios culpables, a fin de que, al menos de momento, todo nos resulte soportable, y lógicamente siempre llegamos, si somos sinceros, a nosotros mismos. Nos hemos resignado con el hecho de que, aunque la mayor parte del tiempo en contra de nuestra voluntad, tenemos que existir, porque no nos queda otro remedio y sólo porque una y otra vez, cada día y cada minuto nos resignamos de nuevo a ello, podemos continuar. Y hacia dónde avanzamos, si somos sinceros, nos es conocido, hacia la muerte, pero la mayor parte del tiempo nos guardamos de confesarlo. Y por esa conciencia de no hacer otra cosa que ir acia la muerte y porque sabemos lo que eso significa, intentamos disponer de todos los medios posibles para apartamos de ese conocimiento y así no vemos en este mundo, si miramos bien, más que personas ocupadas continua y perpetuamente en ese apartamiento. Ese proceso, que es en todos el proceso principal, debilita y acelera lógicamente todo el desarrollo hacia la muerte. Cuando yo estaba sentado en mi rincón del cuarto de los archivadores de Moritz la tarde en que aparecieron los Suizos, tuve esa idea contemplando y observando a los Suizos. Todas esas personas, cualesquiera que sean, están dominadas por ese proceso, el de apartarse de la muerte que en todos los casos tienen delante, había pensado. Todo en todos los hombres no es otra cosa que apartamiento de la muerte. Es sorprendente que precisamente delante de Moritz hubiera podido desarrollar muy a menudo esos pensamientos, que hubiera podido hablar de esos pensamientos de muerte con Moritz. Cuando tenemos una persona en nuestra proximidad con la que, en fin de cuentas, podemos hablar de todo, aguantamos, si no, no. Tenemos que poder acudir a un Moritz y desahogamos."

P.103. "Si no supiéramos cuántos millones de talentos extraordinarios tienen que marchitarse cada día en todo el mundo porque no son recogidos y empuñados y desarrollados y finalmente llevados hasta las mayores alturas. El Suizo era precisamente uno de esos que, por naturaleza, en lo que a su talento se refiere, no saben andar solos, a diferencia de los que sólo saben andar solos y sólo pueden desarrollar solos su talento y llevarlo hasta las mayores alturas. Pertenecía a esos que, por sí solos y, por tanto, solos no pueden hacer nada de su talento o de sus talentos, porque era una persona débil, a diferencia de los fuertes que sólo solos y siempre totalmente solos pueden desarrollar su talento y llevarlo a las mayores alturas. En ese sentido, para el Suizo había sido una gran suerte haber encontrado a la Persa, con su fuerza de voluntad realmente superdesarrollada. Ella, sin embargo, no sólo le había allanado el camino y luego todos los caminos interior, sino también exteriormente. Ella no sólo había conseguido desde niña cuanto quería, también había tenido siempre acceso a las capas sociales que deciden y, por tanto, a los que marcan el tono y los poderosos. Si las cualidades de él, el Suizo, se desarrollaban suficientemente, él no tendría que inquietarse por los correspondientes encargos importantes"